jueves, 18 de agosto de 2011

JMJ algo más que una experiencia religiosa

 Laicismo y financiación caballos de batalla de la JMJ Madrid 2011.  
            Madrid agosto de 2011, se estima una participación directa de dos millones de personas, “peregrinos” en los términos de la Jornada Mundial de la Juventud, escenarios y montaje gigantesco en el aeródromo de Cuatro Vientos, en Cibeles; Madrid colapsada de jóvenes procedentes de medio mundo. La ciudad en boca de todos, en los medios de comunicación seguimiento especial y referencia mundial para el mundo católico.
            Sin embargo no todo es emoción religiosa y no todos comparten la alegría que proporciona una juventud poseída por la alegría espiritual del ingenuo viajero deseoso de nuevas sensaciones.
            Por un lado el enfrentamiento laicismo-catolicismo, o a la manera española extremismo laico versus sociedad mayoritariamente católica, sí esta España que constitucionalmente es aconfesional pero que socialmente es católica, encuentra en acontecimientos como el actual un motivo para la trifulca social, bien es cierto que reducida a una mera anécdota, ante la capacidad de convocatoria de una de las mayores organizaciones del mundo, la Iglesia Católica.
Por otro lado las razones económicas, en los tiempos que estamos, ¿cómo se paga todo esto?, está claro que la Iglesia no pierde, no sólo por su tienda online donde se vende la colonia oficial, el reloj oficial, camiseta, gafas de sol…, sino también  por los patrocinios que recibe desde nuestra banca más importante, compañías de seguros, centros comerciales, empresas eléctricas, constructoras, empresas de bebidas, de líneas aéreas, telefonía que se encargan de la inversión económica y financiera, porque la laboral se basa en miles de voluntarios y personal asalariado de la propia corporación Iglesia Católica.
En cuanto al dinero público, claro que lo hay (Consorcio de Transportes de Madrid, Comunidad de Madrid, Gobierno de España…), seguridad, sanidad, logística…, una inversión enorme en términos económicos, que sin embargo genera unas externalidades en marketing, promoción e inversión en Madrid que apuntan a una rentabilidad inmediata.
Nunca llueve a gusto de todos, pero coincidiremos que en Madrid se respira una alegría de vivir que debería contagiarse a los mercados de deuda, que unas oraciones cada uno a su dios no vienen nada mal y que desde luego esto va más allá de una experiencia religiosa.

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